AGUAS
ENCENDIDAS
IV. LAS COSAS
EL PAN
Pan, me aparta el miedo
de acercar mi labio
a tu corazón.
Bien sé que no puedo
rimarte, y a agravio
suena mi canción.
En tu alma florida
hay rosas de viento,
y hay besos de luz.
Y guardas la vida,
de estremecimiento
de eterna virtud.
Llevas la energía
secreta del suelo,
recio corazón.
Tienes la alegría
de la luz del cielo,
de blanca pasión.
Venciste el invierno,
y lleva la albura
de tu sonreír
el júbilo interno
de la dicha pura
de ser el vivir.
Llevas frescas risas
de la primavera
y el amanecer;
y esencias de brisas
de la paramera,
al atardecer.
Para todos bueno,
en todas las mesas
sabes florecer.
Tu reír sereno
tiene las promesas
de andar y vencer.
Luz de la pobreza,
corazón de casa,
gozo del hogar;
sagrada nobleza
que nunca se pasa;
flor del bienestar.
de la ardua labor.
Verso reluciente,
del santo poema
del agricultor.
Gloria de la gleba,
hay luz nacarada
del sol, en tu ser.
Olor de la vega,
y dicha dorada
de hijos y mujer.
Fiesta de la vida,
riqueza sagrada
de toda nación.
Sonrisa florida
de Dios a la arada
Fiesta de la vida,
riqueza sagrada
de toda nación.
Sonrisa florida
de Dios a la arada
LA LEYENDA DE LAS FLORES
Eran dos lindas estrellas,
una de rojo encendida,
y otra de blanco vestida,
en el cielo las más bellas.
Mirando desde la altura,
se encontraron sus miradas,
y fueron enamoradas
de su divina hermosura.
Se hablaban con parpadeo
de luz, y varios colores;
y encendían los amores
volcanes en el deseo.
Piden alas al destino,
que quieren ser mariposas,
de las zonas luminosas,
en el cielo diamantino,
para poderse besar
y apagar su llama ardiente.
El Destino es inclemente:
de lejos pueden amar.
Tan grande fue su dolor,
que en polvo se convirtieron;
los granos aquí cayeron,
y cada uno es una flor.
H. Nazario González Ramos
Madrid 1940
Bilbao 1935
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