Buscar este blog

71. Diálogo con el tiempo



          
                
DIALÓGO CON EL TIEMPO


A finales de mayo, Dios mediante, veré a compañeros que estudiaron el Magisterio en Griñón, como yo lo hice. Siempre es un motivo de alegría encontrarse con las personas con las que se vivió una de las etapas más agradables y soñadas de la vida: la juventud. Hablo con frecuencia con algunos de ellos. 
 
Recordé que en una de mis novelas “Esperanza fallida. Un error del destino”, escribí unas páginas sobre este último. Me había llamado la atención unas frases escritas por Goethe: “El hombre debe determinar las circunstancias para que no sean ellas quienes lo determinen”. Puede que sea una aspiración más del ser humano, pero tendría que ser Dios para llevar a cabo este deseo. Dios, por definición, es un ser “a-circunstancial”.

Una circunstancia marcó el futuro de mi vida. Era entonces un niño, pero que tenía claro ─quizás por las veces que me lo repetían en el pueblo─ lo importante que era el estudio: “Estudia si quieres ser alguien en la vida”. Quizás a otros compañeros les ocurrió lo mismo.

Como me dijo Apuleyo: “En el encuentro de mayo, hablarán los recuerdos”. Y recordé que los sueños existen porque son aquellos ─los recuerdos─ los que acarician a estos ─los sueños─. Y lo dijo alguien que sabía mucho más que yo: Buñuel. No solamente muchos de ellos embellecen nuestra vida; de alguna manera, nos hicieron lo que fuimos y también lo que somos. Y por ese motivo, dialogo frecuentemente con el tiempo.

 




Vista de mi pueblo, Cogolludo, desde la carretera que viene de Guadalajara. Allí llegó un día de 1955 el hermano Benigno. Y de esta villa salí un 5 de setiembre de 1956 para estudiar en Griñón con los Hermanos de la Salle.





(...) Al salir de la escuela, Tony dijo a su madre:

Mama, ha venido un señor a hablarnos. Lleva sotana y un babero blanco. Dijo que es de La Salle.

Sí. ¿Qué os ha dicho?

Que los que quieran pueden estudiar en su colegio que está cerca de Madrid. El pueblo se llama Griñón. Mama, yo quiero estudiar.

Ya veremos.

Ha dicho que Don Andrés, el cura, puede informar a los padres que lo deseen.

Bueno. Iremos a hablar con Don Andrés.

Y Tony estudió en Griñón (Madrid). Aquella circunstancia cambió el sino de su vida. El dedo del destino escribió con las palabras del hermano Benigno. A La Salle le debe gran parte de lo que es. Le enseñó a ser un buen maestro. Y entonces no sabía Tony pero la vida se lo enseñó, que ciertos encuentros llevan el signo del destino.





El palacio de los Duques de Medinaceli, en Cogolludo. Por el portón salían los toros, siendo yo un niño. Estudiando en Griñón, leí en el libro de Historia del Arte que se recogía esta anécdota que yo había vivido. Al lado, la foto en que puede verse una vista parcial de la plaza, uno de mis lugares de juego. A la izquierda, el Ayuntamiento, cuyo Salón de Plenos hacía también de biblioteca. En el centro, la fuente estilo gótico.





¿Hablas del destino? ─preguntó Melontikós.

Recordaba algo que cambió mi vida.

También del destino se han preocupado los filósofos y los poetas antiguos.

Sí, sobre todo, los antiguos: estoicos, platónicos, epicúreos... Los poetas y los trágicos creían que nadie se libraba de él.

Todos expusieron sus opiniones.

         Ruinas del Castillo, siglo XI.
Sí. Se planteaban algunas cuestiones: su existencia, qué era, si era o no cognoscible, su compatibilidad con la libertad, entre otras cosas. Era el ‘fatum’ o sino de las personas que los escritores de las tragedias y primeros poetas, creían sometidas a la diosa Necesidad, llamada también Adrastea, que cuidó en Creta a Zeus, siendo este niño. Hiciera lo que hiciera el hombre, su destino estaba determinado. Y mi destino fue aquel hermano de La Salle. Nada hice yo por encontrarlo. Hay quienes piensan que hay que determinar a las circunstancias para que ellas no nos determinen. Pero yo pienso que las circunstancias nos determinan. En mi caso, yo podía no haber seguido el consejo, como otros muchos compañeros. Se cumplió la frase del evangelio “muchos son los llamados y pocos los elegidos”. La libertad es también circunstancial.

Llevas razón. 
 
¿Quién había predicho eso? Los poetas hubieran dicho la Necesidad.

Así es.




La Iglesia de Santa María de los Remedios, donde recibí el Bautismo, Primera Comunión, con siete años, siguiendo las instrucciones del Papa Pío X, y Confirmación.


La vista parcial más fotografiada y pintada de Cogolludo, desde la Fuente Abajo, si exceptuamos el palacio. Así era cuando siendo yo niño. Hoy está más rejuvenecida.


Fue uno de los elementos que determinó la trama de mi vida futura. La parte de la suerte que me tocó─ así la considero aunque no oyera a los oráculos predecirla-, ni tuviera conocimiento entonces de ella y, mucho menos, me asistiera la intuición─. Yo quería estudiar para “ser alguien” ─que decían en el pueblo─. Veía a los hombres venir del campo, ennegrecidos por el sol, su boina sucia del polvo y del sudor, con andar cansino cuando aún no eran viejos. Yo quería otra vida.

Llevaban razón. Y la tuviste. Todo tiene su causa, Tony. Los primeros filósofos de la “antropología filosófica” ─que llama algún pensador─, quisieron sistematizar los conocimientos que tenían sobre el destino─ dijo Melontikós que de destinos sabía, puesto que es el futuro.


Pero se encontraban con el muro de la libertad del hombre. Y los primeros filósofos que se preocuparon del estudio del destino intentaron resolver este problema. Cuando tomé la decisión de estudiar, me comporté conforme a mi naturaleza, sin saberlo.
  
Sé que los estoicos entendían la libertad como “conformidad con el universo”, la Naturaleza─ dijo Melontikós.

Así es. Les repugnaba que una orden arbitraria y divina fuera quien determinara el destino del hombre. De esta manera, la libertad era el cómo afrontar, enfrentarse cada hombre con el destino. Y aunque conocieran los estudios de Aristóteles sobre el azar, sin afirmarlo e influyendo la suerte, la vida del hombre no podía ─ o no solamente─, ser fruto del azar o de una decisión divina.

Pero la fatalidad se manifiesta en hechos simples (cada uno tiene fijado el día de su muerte, no creo que nadie sea dueño de su Parca que, como sabes, son tres y solo una es inmortal); y en otros acontecimientos más complejos o concatenados; y, por tanto, de mayor dificultad de precisar.

Ciertamente.

En mi caso hubo varios acontecimientos: la llegada del hermano, el permiso de mis padres, la influencia del señor cura, Don Andrés, y el señor maestro, don Casto, para convencer a mi madre...

Entiendo.

¿Estuve determinado?

No sabría decirte.


Griñón. La primera vez que vie esta imagen me impresionó. Era un 6 de setiembre de 1956. Su campana en alto sería como una amiga, a veces molesta, cuando me despertaba tan temprano.
  

Si admitimos que son muchas las causas que me influyeron, no. Pero ─fuera lo que fuere─, la suerte ─que también es destino─, estuvo conmigo. Y, como soy creyente, alguna mano me echaría Dios.

Y yo me alegro.

Gracias, Melontikós. Y también se lo agradezco a Teleutaios que hoy nos ha abandonado.

Nunca lo hago─ dijo Teleutaios, apareciendo y muy sonriente.

Lo sé aunque no siempre eres un buen amigo.

Yo tengo poco que ver con el destino, no así Melonticós. Pero te digo que los modernos tienen otra opinión sobre el destino ─y digo bien porque la ‘episteme’ es otra cosa─. ¿No crees?

Sí es difícil hacer ciencia sobre el destino. Szondi, en Psicología, lo intentó. Pero, a lo que te refieres, diferencian entre destino y causalidad. Sin embargo ¿qué importancia tiene ese conocimiento en el hombre ordinario y singular ─no en el “caricaturesco” de la cultura ─que diría Nietzsche y tanto te ofendió─, querido Teleutaios?

Desde ese punto de vista, poca.

El destino ─dice Spengler─ es “la necesidad ineludible de la vida”. Y yo, aunque niño, tenía la necesidad de estudiar. Eso es lo importante.

Sí─ asintieron Teleutaios y Melontikós.

El destino es un acontecer más en la vida del hombre. Y nos enseña que la vida es absolutamente contingente. Lo imprevisible siempre es posible y se hace presente frecuentemente.

Lo sé muy bien─ dijo Melontikós.

Hasta la próxima─ se despidió Teleutaios.

Gracias. Los dos sois buenos amigos y mejores conversadores.

Es la sabiduría del tiempo.

Lo es, queridos amigos.

ANTONIO MONTERO SÁNCHEZ
Maestro. Profesor de Filosofía y Psicología

(Continuará)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Envíanos tus comentarios

117 AFDA

        ÍNDICE  PRINCIPAL                              ____________________________________   Pregón:  Educación y expertos. Libertad       ...