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70. Las aves en Delibes

                                 
        
LA CALANDRIA

Hasta enjauladas las nombra Delibes. En Diario de un cazador, don Ángel dijo “Aves”… “y empezaron a desfilar patos, gallinas, jaulas de canarios, calandrias y jilgueros, todos emperifollados con lazos y cintas de colores”.

La calandria cuenta con nombre científico: Melanocorypha calandra. Y cuenta también con un buen repertorio de sonidos: prrrittti, repetido y con algunos trinos muy cortos en medio; “tchichichipa”, repetido, muy musical y mezclado con largos trinos “pui,pui,pui”, “triutriutriu”, y secuencias similares. Pero retomo la relación de la calandria con Miguel Delibes a través de estos tres textos:

A los tres les conocí siendo niño -aunque al cuco, que es un pájaro escurridizo, sólo de oídas- cuando mi padre que era un hombre maduro, serio y circunspecto, se volvía niño también, en contacto con la Naturaleza, y nos enseñaba a distinguir el cuervo de la urraca, la perdiz de la codorniz, la alondra de la calandria y la paloma de la tórtola.
Tres pájaros de cuenta, p. 8.

Claro que la Doly es nueva y no parece le sobren vientos. En el arroyo trabajó mal y únicamente hizo tres muestras, una de ellas a una calandria. Mala cosa para un pointer, aunque sea nuevo, hacerle una muestra a una calandria.
Diario de un cazador, pp. 18-19.

(...) y la Tula empezó a alargarse, a hacer posturas falsas, a entretenerse con ratones y calandrias (...)

Las perdices del domingo, p. 100.

Delibes conoció calandrias y otras aves desde muy pequeño. Además del Campo Grande, entonces verdadero campo, Miguel Delibes tiene un primer contacto directo con la naturaleza cuando su padre lo lleva de caza “a un monte que había por Torozos, antes de llegar a Medina de Rioseco, en la Mudarra”. Allí ve las primeras ardillas, cuervos y otros pájaros. Contaba el escritor en una de sus muchas entrevistas que “yo creo que mi padre me empezó a llevar al monte desde los seis años”. Ciudadano de nacimiento y vida diaria, escapó Miguel Delibes al campo en cuanto pudo.

La calandria, fácil de ver en toda España, cuenta con una población abundante: entre uno y tres millones y medio de parejas. Castilla y León, por ser tierra cerealista, es la primera región de España en número de calandrias. No peligra su existencia a corto plazo. Lo que quizá peligre es el conocimiento que tenemos hoy de esta ave. ¡Cuánta gente de la ciudad no diferencia una calandria de una codorniz!

Se extrañaba Daniel el Mochuelo (el protagonista de El camino) de que valiera para algo ir a la capital a estudiar 14 años si a la vuelta de tanto tiempo entre libros no se sabía distinguir un rendajo de un jilguero. En fin, acabo con una elocuente frase de Fray Luis de León: “Porque puede ser que en las ciudades se sepa mejor hablar, pero la firmeza del sentir es del campo y de la soledad”.

   JORGE URDIALES YUSTE
Doctor en periodismo. Profesor especialista en Miguel Delibes

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