LA
CALANDRIA
Hasta
enjauladas las nombra Delibes. En Diario
de un cazador,
don Ángel dijo “Aves”… “y empezaron a desfilar patos,
gallinas, jaulas de canarios, calandrias y jilgueros, todos
emperifollados con lazos y cintas de colores”.
La
calandria cuenta con nombre científico: Melanocorypha
calandra.
Y cuenta también con un buen repertorio de sonidos: prrrittti,
repetido y con algunos trinos muy cortos en medio; “tchichichipa”,
repetido, muy musical y mezclado con largos trinos “pui,pui,pui”,
“triutriutriu”,
y secuencias similares. Pero retomo la relación de la calandria con
Miguel Delibes a través de estos tres textos:
A
los tres les conocí siendo niño -aunque al cuco, que es un pájaro
escurridizo, sólo de oídas- cuando mi padre que era un hombre
maduro, serio y circunspecto, se volvía niño también, en contacto
con la Naturaleza, y nos enseñaba a distinguir el cuervo de la
urraca, la perdiz de la codorniz, la alondra de la calandria y la
paloma de la tórtola.
Tres
pájaros de cuenta, p.
8.
Claro
que la Doly es nueva y no parece le sobren vientos. En el arroyo
trabajó mal y únicamente hizo tres muestras, una de ellas a una
calandria. Mala cosa para un pointer, aunque sea nuevo, hacerle una
muestra a una calandria.
Diario
de un cazador, pp.
18-19.
(...)
y la Tula empezó a alargarse, a hacer posturas falsas, a
entretenerse con ratones y calandrias (...)
Las
perdices del domingo,
p. 100.
Delibes
conoció calandrias y otras aves desde muy pequeño. Además del
Campo Grande, entonces verdadero campo, Miguel Delibes tiene un
primer contacto directo con la naturaleza
cuando su padre lo lleva de caza “a
un monte que había por Torozos, antes de llegar a Medina de Rioseco,
en la Mudarra”. Allí
ve las primeras ardillas, cuervos y otros pájaros. Contaba el
escritor en una de sus muchas entrevistas que “yo
creo que mi padre me empezó a llevar al monte desde los seis años”.
Ciudadano de nacimiento y vida diaria, escapó Miguel Delibes al
campo en cuanto pudo.
La
calandria, fácil de ver en toda España, cuenta con una población
abundante: entre uno y tres millones y medio de parejas. Castilla y
León, por ser tierra cerealista, es la primera región de España en
número de calandrias. No peligra su existencia a corto plazo. Lo que
quizá peligre es el conocimiento que tenemos hoy de esta ave.
¡Cuánta gente de la ciudad no diferencia una calandria de una
codorniz!
Se
extrañaba Daniel el Mochuelo (el protagonista de El
camino)
de que valiera para algo ir a la capital a estudiar 14 años si a la
vuelta de tanto tiempo entre libros no se sabía distinguir un
rendajo de un jilguero. En fin, acabo con una elocuente frase de Fray
Luis de León: “Porque
puede ser que en las ciudades se sepa mejor hablar, pero la firmeza
del sentir es del campo y de la soledad”.
JORGE
URDIALES YUSTE
Doctor en periodismo. Profesor especialista en Miguel Delibes
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