Nuestro maestro nos pareció siempre un dechado de
recia fortaleza, un paraíso de inteligencia y un cielo de humanidad. Filósofo y
poeta, lo tenía todo. En este soneto vuelve a la tristeza. Mientras veía crecer
las palmas, caminando, “los pies sangrando”, nos descubría su lema: tot lumina,
tot limina: tantas luces, tantas nuevas fronteras.
VIDA
NUEVA
En medio del
camino de la vida,
los pies sangrando,
el corazón partido,
miré el
camino amargo recorrido
y mi ama se
sintió desfallecida.
Busqué la
ciencia y el amor, la gloria;
sembré mi
amor en campos infecundos;
beber en
pozos pretendí profundos;
y por oro
luciente hallé la escoria.
¡Adiós!
¡Adiós! Me equivoqué. No quiero
andar por
esa senda descarriado;
del pan del
corazón ser pordiosero.
Jesús, tú
eres la vida de las almas;
guíame, Buen
Pastor, con tu cayado.
En el cielo
crecer veo las palmas.
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