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67. Orizana

              


 
Nuestro maestro nos pareció siempre un dechado de recia fortaleza, un paraíso de inteligencia y un cielo de humanidad. Filósofo y poeta, lo tenía todo. En este soneto vuelve a la tristeza. Mientras veía crecer las palmas, caminando, “los pies sangrando”, nos descubría su lema: tot lumina, tot limina: tantas luces, tantas nuevas fronteras.



     VIDA NUEVA

 















En medio del camino de la vida,
los pies sangrando, el corazón partido,
miré el camino amargo recorrido
y mi ama se sintió desfallecida.

Busqué la ciencia y el amor, la gloria;
sembré mi amor en campos infecundos;
beber en pozos pretendí profundos;
y por oro luciente hallé la escoria.

¡Adiós! ¡Adiós! Me equivoqué. No quiero
andar por esa senda descarriado;
del pan del corazón ser pordiosero.

Jesús, tú eres la vida de las almas;
guíame, Buen Pastor, con tu cayado.
En el cielo crecer veo las palmas. 

 

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