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63. EP 2017

             
                 CRÓNICA VIII ENCUENTRO DE PRIMAVERA, 2017


                                                                       BAHÍA DE CÁDIZ

Por fin llegó el día 29 de mayo, día deseado y esperado por un grupo lasaliano, fiel a sus recuerdos y a la amistad que, hace años, iniciamos en Griñón. ¿Qué nos movía para emprender  viaje hasta El Puerto de Santa María, en Cádiz, desde lejanos puntos de la Península? Sin duda la ilusión de encontrarnos, de darnos un abrazo y recordar los duros, aunque felices años de nuestra niñez y adolescencia, pero también ese “Espíritu de fe”, heredado de san Juan Bautista de La Salle, que sin duda estaba en los corazones de todos los participantes.

El reencuentro empezaba en el hotel los JÁNDALOS de Santa María, en la calle “Los Moros”. A las seis en punto todo era abrazos y besos en la recepción del hotel. ¡Qué alegría volver a reencontrarse! Nuestras esposas se sentían felices al saludarse entre ellas, y decirse miles de alabanzas, después de un año de ausencia. Nosotros desbordábamos entusiasmo al comprobar que todos estábamos en plena forma.


Guiados por nuestros anfitriones y organizadores, Martín, Auxencio y Telesforo, iniciamos el paseo por El Puerto, la ciudad de los “Cien Palacios”. Vimos el palacio donde se hospedó el rey Felipe V. Visitamos un hermoso castillo, propiedad de los dueños de las bodegas Caballero, famosas por su ponche, y nos dirigimos a la Basílica Menor, “Nuestra Señora de los Milagros”. La basílica es una gran iglesia, con una mezcla de estilos arquitectónicos, ya que a lo largo de los siglos se vio afectada por diversas destrucciones. La Virgen de los Milagros es una estatua pequeñita y de cara morena aceitunada muy graciosa. En su capilla Auxencio entonó la Salve solemne y todos nosotros lo seguimos con nuestras templadas, devotas  y melodiosas voces. Los fieles que estaban en la iglesia rápidamente se acercaron hasta la santa capilla entusiasmados por el inesperado coro y por lo bien que interpretábamos la Salve.

Desde allí partimos en bus al ferial. Era el último día de la feria del Puerto. ¡Qué gran ambiente! Recorrimos las casetas y tomamos unas cañas y unos rebujitos en una de ellas. En una gran explanada presenciamos actuaciones de mozas andaluzas, ataviadas con sus vestidos de feria y el danzar y bailar de los caballos cartujanos, perfectamente enjaezados, al son de la música. Cenamos con buen apetito en la caseta “Mesón-Rocío Los Claveles”. Gambas de Huelva, jamón Ibérico y pescaditos fritos fueron, entre otros, los majares de la cena. No fue una parca colación, más bien fue una cena abundante y copiosa.

Como estábamos bastante cansados, por el viaje y por las muchas emociones, después de presenciar parte de los fuegos artificiales nos retiramos al hotel.


La mañana del día 30 se presentó llena de luz y de calor. Después de desayunar salimos para coger el catamarán que nos llevaría a Cádiz. El embarcadero estaba en frente del hotel. Ocupamos el barco para atravesar la bahía. Nos acompañaban una excursión de alegres alumnos y alumnas de un colegio del Puerto. El catamarán se llenó de risas y bullicio. Volvimos a recordar los años en los que nosotros acompañábamos a nuestros alumnos en estos alegres acontecimientos.

“Cádiz: salada claridad”. Pudimos comprobar lo acertado de Manuel Machado al definir así a la ciudad. Sin pretenderlo nos encontramos con una hermandad del Rocío que salía de la iglesia de santo Domingo, donde es titular la Virgen del Rosario. Nos mezclamos con los romeros y pudimos disfrutar de su fe, de su amor a María, de su respeto y veneración por el “SIN PECADO” y de su alegría por iniciar su romería.

Andando y andando nos presentamos en el Ayuntamiento, donde reina, como alcalde, el famoso “chirigotero” de sobrenombre Quichi.  Bonito ayuntamiento y bonita plaza llena de turistas. Andando, andando llegamos a la catedral. La visitamos con interés y devoción. En el altar de San Juan Bautista de La Salle, moderando la voz, cantamos GRAN SIERVO DEL SEÑOR, GLORIOSO JUAN BAUTISTA, ILUSTRE CAMPEÓN DE LA SANA VERDAD… como en la anterior ocasión en que cantamos, también nos rodeó un público  deseoso de escucharnos. En la cripta visitamos los sepulcros de Manuel de Falla y de José María Pemán, ilustres gaditanos. Sin querer recordamos la poesía del segundo al “Cristo de la buena muerte/ el de la faz amorosa”,… tantas veces declamada en Griñón para la Semana Santa.

Seguimos andando, andando, porque esa mañana anduvimos muchísimo, pasamos por el mercado, Campo del Sur, La Caleta y por fin llegamos al colegio de La  Salle-Viña. En el mercado, acogidos por una gratificante sombra, nos refrescamos con una reconfortante cerveza. En el trayecto contemplamos los ficus gigantes, maravilla de la naturaleza. Manuel Romero disfrutó de lo lindo desentrañando escudos, contando anécdotas e instruyéndonos sobre botánica, porque hay que ver lo que sabe incluso sobre este tema.




Ya en La Viña nos hicimos una foto en la puerta del colegio. Diversos alumnos hicieron de fotógrafos improvisados y el resto gritaban a coro:”patata”, para que saliésemos favorecidos. En el interior nos recibió, con mucha amabilidad, la actual directora del centro y el busto del hermano Ignacio Orbegozo. Tengo que decir que sentí cierta emoción al contemplarlo. Conviví un año con él en el colegio del Puerto. Yo era el joven y él era el viejo de los hermanos. Se encargaba de ponernos el vino en la mesa y de fijar los menús para cada día. Salía todas las mañanas a visitar a los grandes bodegueros para conseguir prebendas para el colegio. Eso sí, se tomaba sus finos alternando. A mí me decía: “Joven una copita de vino fino alimenta como un bistelillo”. Me contó que había conseguido hacer el colegio La Salle Santa Natalia,  del Puerto, tocando la fibra sensible del Conde de Osborne y de la Viuda de Terry, doña Isabel Merello. Les decía: “Aquí tenéis mucho, pero si no hacéis algo por los hijos de vuestros trabajadores, os presentaréis en la otra vida con las manos vacías”. Y ahí está el colegio. También me contó que él era director cuando quemaron el  colegio de La Viña.  Contemplando las llamas desde el patio donde se encontraba, se dirigió al cielo y prometió reedificar un colegio mucho mejor. Salió a la calle saltando la tapia y una vez finalizada la guerra el hermano Ignacio cumplió su promesa. En la hermosa capilla volvimos a cantar el “Gran siervo del Señor”.

Dejamos La Viña y otra vez andando, andando, nos dirigimos al restaurante BALANDRO. Allí felicitamos a Fernando Ruiz, porque era el día de san Fernando rey, cantando cumpleaños feliz. Fernando se había incorporado al grupo en el puerto de Cádiz. En el restaurante se incorporó Salvador Egea y comió con nosotros. Fernando Ruiz tuvo el de talle de regalarnos a cada pareja un estuche de dos botellas de vino de Chiclana, su pueblo, para celebrar su onomástica.

Comimos muy bien. En los postres Apuleyo nos declamó un romance alusivo a la reunión y a los lugares que visitábamos. Auxencio tomó la palabra y fue repasando uno a uno a todos los comensales dedicándoles palabras cariñosas y haciendo mención a recuerdos agradables. Carlos Urdiales pronunció el “Viva Jesús en nuestros corazones” y salimos del restaurante camino del monumento a la CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ. Creo que la mayor parte ya lo habíamos visto más de una vez, pero siempre es agradable volver a sentir su españolismo y a releer los nombres de los que la hicieron. Desde allí y siempre andando nos dirigimos unos al oratorio de san Felipe Neri y otros y otras hacia un bar cercano al puerto. Sin novedad y refrescados por el viento salino de la bahía el catamarán nos trasladó otra vez al Puerto.

Tras un breve descanso, a eso de las nueve, nos encaminamos hacia la Peña Flamenca “TOMÁS EL NITRI” donde íbamos a cenar y a disfrutar de un concierto flamenco. En el camino nos encontramos con las estatuas de dos ilustres y queridos escritores: Don Pedro Muñoz Seca y Rafael Alberti, ambos hijos del Puerto. Recordamos y declamamos sobre la marcha algunos de sus versos. Contemplamos de nuevo palacios y edificios emblemáticos de la ciudad, alguno de ellos muy abandonados. La cena volvió a ser copiosa, variada y agradable. No faltó el buen fino  que se hace en las bodegas del Puerto de Santa María, ni tampoco el tinto Rioja para aquellos que lo preferían. Todos disfrutamos de la velada. Al despedirnos y aplaudir a los artistas, Martín hizo entrega al Presidente de  la Peña Flamenca de un cuadro del Señor de La Salle. Apuleyo había escrito cuatro versos dedicados al cantaor, se los recitó y se los entregó en medio de aplausos y de agradecimiento por parte del artista. Al día siguiente lo entrevistaron en un programa de radio local y, emocionado, hizo mención a esos versos y a su admirable auditorio de la noche pasada en la Peña Flamenca el Nitri. Con estos festejos dimos por terminada la jornada del día 30, segundo día del encuentro.


El día 31 de mayo volvió a lucir el sol con todo su esplendor. A primera hora de la mañana tomamos un bus que nos llevaría a Sanlúcar de Barrameda. Teníamos que visitar el Castillo de Santiago, la Parroquia Mayor, el Palacio de los duques de Medina Sidonia, el Santuario de Nuestra Señora de la Caridad, el Barrio Bajo y las Bodegas Argüeso. Los hermanos Manolo y Joaquín Romero fueron nuestros guías en todas las visitas, ellos nacieron allí. Disfrutamos de la ciudad. A mí me impresionó especialmente el Santuario de Nuestra Señora de la Caridad. La Virgen es morenita como la del Puerto. Es un santuario lleno de historia. El cuadro de la genealogía de la familia de Los Guzmanes, descendientes de Guzmán el Bueno, es admirable. Con devoción cantamos el Ave María y la Salve a los pies de la Virgen de la Caridad. Aquí se nos incorporó Daniel León, antiguo compañero que reside en Sanlúcar.

Descendimos al barrio bajo para visitar la Bodega Argüeso. En la puerta nos esperaba Nuria, que iba a ser nuestra guía en la bodega. Aprendimos perfectamente cómo se elaboraba la MANZANILLA y cómo el vino se convertía en manzanilla gracias a unas levaduras especiales propias del terreno. Los Hermanos Romero volvieron a ilustrarnos completando las explicaciones de Nuria con apuntes muy puntuales y muy interesantes. Degustamos tres tipos de vinos y salimos muy contentos de la bodega. Nota curiosa, las copas en que degustamos los vinos tenían puesto el nombre de Aurora. En nuestro grupo había tres Auroras: Las señoras de Carlos Urdiales, de Pepe Muñoz y de Félix de la Fuente, creo que se obsequiaron con su pequeño trofeo.



Según nos íbamos acercando al restaurante “Bajo de Guía” para almorzar, nos cruzamos con cientos de romeros, ataviados como con vistosos vestidos y trajes  camperos, estábamos en las orillas del Guadalquivir, por donde tenían que pasar todas las carretas, caballos, personas y “Sin Pecados” a la otra orilla, ya en el  parque de Doñana. Joaquín Romero nos había reservado mesa en el segundo piso del restaurante, menos mal, porque abajo había tanta gente que era imposible moverse. Desde nuestro comedor, dotado de grandes ventanales, vimos embarcar sucesivamente en distintas barcazas a un sin fin de Hermandades. Nunca había visto tantos caballos, tantas carretas, divinamente adornadas, y tantos símbolos rocieros. Desde los ventanales pudimos fotografiar este maravilloso acontecimiento. En el comedor de al lado, una hermandad esperaba su hora de embarque cantando, tocando palmas sacándole sones a sus guitarras. Fue un espectáculo maravilloso, digno de verse y de vivirlo. La comida fue buena, aunque servida con lentitud porque los camareros y cocineros estaban desbordados. Lo perdonamos todo por su amabilidad y porque el espectáculo merecía la pena.

Paseando junto a la ribera del río y mezclados entre los romeros llegamos a nuestro bus. Dejamos Sanlúcar y nos dirigimos a Chipiona para visitar el santuario de Nuestra Señora de Regla. Es un santuario muy bonito y su Virgen es morenita como las dos anteriores visitadas. El sacristán permitió a nuestro organista Auxencio tocar  el armonium para dar más solemnidad a nuestra Salve y al Gran Siervo del Señor. Subimos hasta el camarín de la Virgen y rezamos por todos los familiares y amigos. En el autobús Ángel Hernández nos leyó el soneto alusivo al encuentro que se publica en estas páginas.

Llegamos al Puerto con el tiempo justo para ducharnos y prepararnos para juntarnos de nuevo en una cena de hermandad en la mejor marisquería de la ciudad: MARISQUERÍA EL ROMERIJO. En pocos minutos los camareros  nos prepararon las mesas y nos acercamos a comprar los riquísimos mariscos expuestos. ¡Qué bandejas llenaron en unos momentos las mesas! Sabrosas gambas de Huelva, cigalas de tronco, rojos camarones, selectos langostinos de Sanlúcar, tersos langostinos tigres, nécoras elegidas y otros muchos manjares para nuestro deleite. En verdad pusimos un broche gastronómico inigualable. Como se dice vulgarmente: “Tiramos la casa por la ventana”. Contentos y satisfechos nos retiramos al hotel.

El día primero de junio, después del desayuno nos despedimos entre abrazos y besos, llenos de alegría por lo bien que había resultado el encuentro y prometiendo volver al año siguiente en EXTREMADURA, también al principio de la semana, según quiso la mayoría en democrática votación. En tren o en coche los lasalianos y sus mujeres volvieron a su lugar de origen. Algunos nos quedamos en el Puerto para visitar los pueblos blancos. Nosotros fuimos a ver SETENIL DE LAS BODEGAS, un pueblo maravilloso y pintoresco. Creo que es el pueblo más pintoresco que he visto en mi vida. Merece la pena visitarlo. Por la noche nos juntamos a cenar en casa de Auxencio y Toñi, Telesforo y Candeli, Gonzalo y Chelo Maribel y Carlos Alda. Después de degustar unas sabrosísimas tortitas de camarón, hechas por Toñi y otros varios manjares, Auxencio nos deleitó con melodías al piano. No queriendo ser menos,  Telesforo templó su guitarra y nos cantó y cantamos fandanguillos, sevillanas y otras canciones hasta que agotamos el repertorio.

Estos encuentros, que nacieron en el homenaje que los antiguos alumnos hicimos a Carlos Urdiales, ya los hemos repetido ocho veces, siempre acompañados por Carlos y su mujer Auro. Lo pasamos tan bien que invitamos al resto de amigos a incorporarse a ellos. Para vuestra información copio a continuación el nombre de los asistentes al VIII encuentro:

Ángel Hernández y señora, Apuleyo Soto y señora, Auxencio Muñoz y señora, Carlos Alda y señora, Daniel León, Diego Coca y señora, Félix de la Fuente y señora, Félix Martín y señora, Fernando Ruiz, Gonzalo Rodríguez y señora, Joaquín Romero y señora, José Fermín Muñoz y señora, José Ignacio Herrero y señora, Manuel Romero, Martín Delgado, Miguel Ángel Bernal, Puri Rodríguez (esposa de Antonio Arriscado), Salvador Egea, Telesforo Moreno y esposa.


CARLOS ALDA GÁLVEZ
Maestro, filólogo, cronista diplomado



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