Nació Camilo José Cela el 11 de mayo de
1916.
Hasta finales de la próxima primavera estamos, pues, de centenario.
A lo
largo de la temporada que el número 55 inicia, AFDA rendirá homenaje a nuestro
Nobel,
con el comentario de algunas de sus obras maestras.
Seguiremos, en su
presentación el orden en que vieron la luz.
La familia
de Pascual Duarte
La
publicación de esta novela por la editorial Aldecoa, en 1942, supuso el
lanzamiento de Camilo José Cela. Fue la obra que lo consagró como escritor, en
un momento de especial sequía y mediocridad literaria en España. Con rasgos que
la acercan al naturalismo de finales del XIX y al realismo social de los años
30, esta novela tiene bastante que ver con la tradicional picaresca, por el
ambiente de incultura y marginación en que se desarrolla, en el que los
personajes se ven abocados a una vida de extrema dureza. Para muchos críticos,
con ella se inicia un género que convienen en llamar ‘tremendismo’, de tono existencialista y de
realismo extremo, donde la violencia parece ser el único recurso para sobrevivir. No parece que el autor quisiera
llegar tan lejos, y el propio Cela consideraba desafortunado este calificativo.
El
protagonista, Pascual Duarte, campesino en la Extremadura rural, hombre
inteligente aunque inculto y de muy escasos recursos, sufre el permanente
infortunio al que le arrastra el destino. Hijo de Esteban -contrabandista y maltratador, que sufre
presidio y es víctima de una muerte atroz tras la mordedura de un perro
rabioso- y de una madre alcohólica y perversa de la que desconocemos el nombre
y a la que acabará dando muerte con sus propias manos, parece haber nacido para
ser víctima de la desgracia. Los acontecimientos luctuosos, rara vez aliviados
por breves ráfagas de felicidad, se suceden sin respiro para el lector. Mario,
hermano de padre de Pascual –pues nació del adulterio de la madre con un tal
Rafael, persona nada recomendable-, es atacado por un cerdo que por poco no
acaba con su vida, y termina muriendo ahogado en una tinaja de
aceite. Rosario, la hermana, se ve arrastrada a la
prostitución por ‘El Estirao’, proxeneta
sin escrúpulos que
luego la abandona y que morirá ‘ajusticiado’ por Pascual. Lola, la
primera esposa, con la que se casa para
‘cumplir como un hombre’ tras dejarla embarazada,
sufre el aborto de su primer
hijo y la muerte prematura del segundo; con Pascual en presidio, acaba
amparándose en ‘El Estirao’; y muere de forma repentina tras confesar a su
marido que espera un hijo, fruto de su infidelidad. Esperanza, la segunda
esposa, que estuvo siempre enamorada de Pascual, habrá de presenciar el
terrible parricidio, trágico desenlace en que desemboca tal cúmulo de
desgracias.
“Yo no soy
malo, aunque no me faltarían razones para serlo”. Estas palabras con que
Pascual da comienzo a la confesión de sus desdichas, hablan bien a las claras
de la tragedia que supone para este hombre, de natural buena condición, la suma
de acontecimientos desgraciados que se encadenan sin tregua y que acaban
conduciéndolo a la depresión primero y luego a la desesperación, y lo
convierten en carne de presidio. Hombre de buen fondo, capaz de lamentar y
reconocer sus errores –así lo atestiguan
don Manuel y Lurueña, curas de Torremejía y de la prisión, respectivamente, y
don Conrado, director del penal- acaba convertido en asesino y parricida. Pascual, de natural violento, actúa por instinto pero no está conforme
consigo mismo. Quisiera saber dominar
sus impulsos. Parece siempre querer justificar sus acciones cuando las va
relatando, como queriendo paliar o justificar su culpa, en un tono entre tímido
y tierno, al lado del salvaje y
cruel. Es, en gran parte, fruto
de la genética heredada y del contexto social que le ha tocado en suerte. ¿Es Pascual Duarte un criminal o una víctima?
La novela,
escrita en los primeros años de la posguerra, en una España desolada tras tres
años de enfrentamiento civil, presta
excelente caldo de cultivo a los sucesos que Cela nos presenta. La
situación deprimida de los personajes y del
ambiente en que se mueven, el enrarecido clima social y las graves
dificultades económicas, son clara metáfora de la atmósfera que se respiraba en
nuestro país cuando veía la luz esta singular novela.
Sobre el
impacto social que produjo esta obra suya, dice Cela en “Algunas palabras al
que la leyere”, con que introduce la
novela “Mrs. Caldwell habla con su hijo”: “En ‘La familia de Pascual Duarte’ quise ir
al toro por los cuernos
y, ni corto ni perezoso,
empecé a sumar
acción sobre la acción y sangre sobre la sangre y aquello quedó como un
petardo. Evidentemente, lo de
‘petardo’ no ha de interpretarse en el sentido coloquial despectivo, sino en el
del ‘estallido’ que supuso su publicación
‘Sangre sobre
sangre’, reconoce Cela. Y es verdad que esta novela rezuma sangre en muchas de sus páginas. Esta novela
me duele, decía María
Zambrano, gran amiga de don Camilo. Pero también rezuma, en especial, piedad. Y
esta piedad que se deja sentir en toda la obra, es la que hace que resulte
excesivo el calificativo de ‘tremendista’.
Para finalizar, una última
reflexión: ¿cuál parece ser el propósito de Cela al escribir esta obra? Nos
resistimos a pensar que trate, simplemente, de narrar una historia imaginada.
Dadas las características del protagonista, del resto de personajes y,
fundamentalmente, de los hechos que se suceden y del contexto en que tienen
lugar, nos inclinamos a considerar que
se trata de un intento de catarsis colectiva,
objetivo fundamental, no explicitado, de la tragedia. Ante la
contemplación del proceso experimentado por Pascual a lo
largo de los años que se nos
muestran, una sacudida interior
ha de movernos a esquivar la fatalidad del destino, de eludir, en la
medida en que nos esté permitido, experiencias semejantes. El propio autor nos
da una pista, cuando confiesa a María Zambrano, en una de sus cartas, que ha tratado con esta obra de hacer ver que
cuando la historia se escribe en los prostíbulos y cazándose a tiros por las
calles, sale con los renglones torcidos.
ÁNGEL
HERNÁNDEZ EXPÓSITO
Maestro. Doctor en Ciencias de la Educación y
estudioso de Cela
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