UNA LENGUA MALTRATADA
En defensa de la lengua de Cervantes
Aun sin pretender hacer alarde
de un purismo a ultranza, habrá que reconocer que la Real
Academia Española/RAE se ha vuelto tan
tolerante, tan sensible al principio sagrado de que la lengua es algo vivo, dinámico y democrático, que a menudo parece que
su lema "Limpia, fija y da esplendor" se ha sustituido por
"Bienvenida sea cualquier ocurrencia". Realmente, se echa de menos
hoy la figura de Fernando Lázaro Carreter y su Dardo en la palabra.
Hace tres años pregunté a la RAE por qué el diccionario actual recoge la acepción 'mesa camilla',
que es como se dice y escribe corrientemente, en lugar de 'mesa de camilla', tal como yo lo oía decir de pequeño; omitir la preposición 'de' hace que
la expresión carezca de sentido; pero sí podría tenerlo si pensamos en una
mesita auxiliar que se colocaba junto a una cama pequeña (la camilla/léctulus definida en el Diccionario
RAE de 1791 en el que, sin embargo, no aparecen entradas de 'mesa
camilla'/'mesa de camilla'). Parece que la RAE está investigando. Si me dijesen que prescindir del 'de' es por simplificar, les respondería que por qué no siguen igual criterio con
'mesa billar', 'mesilla noche', 'mesa trabajo', etc. Para simplificar se bastan
los jóvenes y los menos jóvenes: no llegan a 300 las palabras que se usan en la
comunicación oral cotidiana, de las cerca
de 100.000 que recoge el diccionario español.
Sin entrar a fondo en el
extendido vicio de leísmos y laísmos de diversa índole, en el dequeísmo
tan
enquistado o en la resistencia a conocer o respetar la sencilla regla aún/aun
entre los
escribidores y correctores, recordaré algunos vocablos de
actualidad en la lengua hablada y escrita como pueden ser 'evento' (en lugar de 'acto', 'acontecimiento', 'celebración'), 'gobernanza'
(por 'gobierno relacional'), 'implementar' (por 'disponer' o 'poner
en funcionamiento'), 'complicidad'
(por 'afinidad' o 'entendimiento'), ropa 'casual'
(por 'informal'), e incluso 'suceso'
-de success/succès/successo
(por 'éxito'). El número de neologismos,
anglicismos, galicismos, barbarismos, solecismos, tecnicismos... es infinito. ¿Y qué decir del abuso de
muletillas, frases hechas y lugares comunes (ese 'vale' o esos ridículos superbien, superguay, superdivino...), o del uso excesivo de
encumbrados términos como 'excelencia', o de tanto 'crecer' y
tanta 'sinergia' en el deporte, en la empresa...? Por otro lado, si nos fijamos
en algunas expresiones verbales disonantes, observamos que en Madrid se oye a
menudo decir 'te lo prometo', cuando
lo que se pretende decir es 'te lo aseguro'. Prometer es verbo de futuro: puedo
prometer que vendré, y puedo asegurar que fui,
pero no puedo prometer a nadie que
estuve. También abundan expresiones como 'dar/hacer misa' en lugar de 'decir/oficiar/celebrar misa'. Y hoy ya no se
hace 'la primera comunión' sino 'la comunión', aunque esto último sí tiene más sentido pues a menudo es la primera y la última.
Frecuente es también confundir vergonzante con vergonzoso. Vergonzante es la actitud de quien
oculta algo por vergüenza, mientras que vergonzoso es aquello que causa vergüenza. Con razón, alguien ha dicho que el mal
uso del término 'vergonzante' resulta
vergonzoso. Otro asunto, aparentemente inocuo: a menudo escuchamos en televisión al profesional del tiempo que termina su soliloquio con
un 'pasen (o tengan) una buena tarde'. Nos está
conminando (imperativo verbal) a que pasemos una buena tarde, aunque la tarde
sea de perros o no tengamos interés alguno en 'pasarla' bien.
Distinta cosa sería que se despidiese de los
televidentes con un simple 'buenas tardes' o con '(les deseo) que pasen una buena tarde': ahí, el uso del subjuntivo 'que pasen' -implicando un deseo,
no un mandato-, sí es de agradecer. Algunos
presentadores van más allá y nos lanzan un inapelable 'sean felices'. Por Dios, no
nos exijan tanto.
Se usa mucho actualmente el término 'empoderamiento'
(del inglés 'empowerment'),
especialmente referido a las mujeres. En castellano no suena bien, no es eufónico. Me trae al recuerdo aquellas pintadas de cariz
acratoide que se veían por las paredes españolas años atrás con el bárbaro mensaje '¡las p... al poder, que sus hijos ya lo están!'. ¿Por qué en lugar del verbo 'empoderar' no se emplea la expresión 'fortalecer' o 'potenciar' los derechos femeninos (y de
otros colectivos)?: el poder como
verbo, mejor que como sustantivo. ¿Y por qué nos sentimos obligados a renunciar al universal masculino
incluyente, repitiendo sin cesar -a gusto del feminismo 'empoderado' y
excluyente- 'españoles y españolas', 'ciudadanos y ciudadanas', 'todos y todas', y ya, en
el colmo del disparate, 'miembros y miembras'?
¿Y qué decir del símbolo @ -en lugar de a/o- utilizado para ambos géneros?: lo que vemos es una a minúscula aherrojada en una especie de O
mayúscula con una mínima abertura para que 'respire' la a. ¿No habrá una manera más afortunada de 'implementar'
un lenguaje no sexista? El sexismo no comienza ni termina en el lenguaje,
aunque éste tampoco sea inocente... del
todo. [Con perdón de la Academia, yo seguiré marcando acento ortográfico
en los pronombres demostrativos éste, ése, aquél... y en el adverbio sólo. Y ello por razones anfibológicas (que las hay, dígase lo que se diga) y porque la tilde facilita la
comprensión y la lectura].
Por último, un ejemplo de actitud vergonzante es el camuflaje
que se hace de la palabra 'guerra',
transformándola en 'conflicto armado'.
Antes había ministerios de la Guerra.
Hoy, al menos en España, afortunadamente sería impensable. Son todos ministerios de Defensa. La primera
vez que leí 'material de defensa y de
doble uso', me pregunté si con el término 'doble uso' no estarían
refiriéndose a defensa y ataque,
queriendo ocultar la palabra 'ataque', en la misma estela de lo vergonzante.
Pero no era así: 'doble uso' se refiere al
material con posible utilización tanto en el campo militar
como civil. En todo caso, el término 'ataque' mantiene su
'prestigio', como nos recuerda el lema 'la mejor defensa es un buen ataque' o
las siglas ATTAC de algún movimiento antiglobalización. Ahora bien, si alguien acusara a los activistas de este
movimiento de propiciar la violencia a través
de esas siglas, ellos podrían responder que es falso,
pues 'ataque' sería attack, con k final: uno
de los tantos ardides cínicos o ingenuos relacionados
con el lenguaje. También, la controvertida sentencia
evangélica (Mt 10:34) "No vine
a traer la paz, sino la espada" chirría algo en los castos oídos
de hoy (sobre todo si se saca de contexto y se la desprovee de sentido metafórico).
El siguiente diálogo de Alicia a
través del espejo (cap. VI) es ilustrador:
“–Cuando
yo empleo una palabra -insistió Humpty Dumpty
en tono desdeñoso-, significa
lo que yo quiero que signifique. Ni más,
ni menos.
–La
cuestión está
en saber -repuso Alicia- si usted puede conseguir que las palabras signifiquen
tantas cosas diferentes.
–La
cuestión está
en saber -replicó Humpty
Dumpty- quién
manda aquí. Eso es todo”.
Aquí y ahora, señor H. D., manda la globalización mal entendida y peor
aplicada, mandan la suspicacia y lo políticamente correcto, los medios
audiovisuales y las aplicaciones informáticas descontroladas, manda
también el amplio mundo de la
frivolidad, el esnobismo, la ignorancia y la pereza mental. Manda, en último término, el absurdo que nos
rodea... y nos 'empodera'. Sobre el lenguaje escrito, don Quijote nos dejó ya dicho que “la
pluma es lengua del alma: cuales fueren los conceptos que en ella se
engendraren, tales serán sus escritos" (Segunda Parte del
Quijote, Cap. XVI).
ANTONIO PEREGRÍN LÓPEZ DE HIERRO
Ingeniero de Caminos
Año
2016, IV
Centenario de la muerte de Miguel de Cervantes
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