EL PASO DE LOS DÍAS
Anecdotario griñonés
Estamos ya
en el año del Centenario de la Casa Noviciado de Griñón y “el paso de los días”
se convierte en el “paso de los años”. Son cien años desde la llegada de los
primeros Hermanos -como casi siempre de nombres poco conocidos, de rostros
difíciles de identificar-. Cien años ya desde la búsqueda de un lugar ideal
para generar Hermanos, lugar que para calificarlo de ideal y para darle el
visto bueno llegaron a Griñón, a la finca de la señora Condesa de Campo Alange, nada menos que casi la
totalidad de Hermanos directores de las
´comunidades existentes entonces en Madrid, que no eran pocas: Maravillas, San
Rafael, Peñuelas, Beneficencia… Cien
años de amistad con esa llanura
en la que se asentaba y se asienta Griñón, villa admirada en la capital por la calidad de sus aguas y
cuya tierra fecunda ofrecía ubérrimos
frutos nacidos de sus olivos, higueras, frutales, hortalizas, cereales… Y entre las hortalizas, la coliflor
como blanca señora de la llanura… ya desde antes de 1916.
De
Griñón hemos oído cosas serias, trascendentes; dramáticas en
ocasiones. De Griñón conservamos la seriedad de los años de formación: una
seriedad que rayaba en ocasiones en la
imitación del silencio monacal o en la fuga
mundi de los frailes ascetas. Griñón
ha sido casa de oración, hogar de
vida recatada, centro riguroso de
estudios, ámbito de aprendizaje de una ascesis que algunos querían que fuera perseguidora de la risa…
Pero no,
Griñón –que lo digan si no “los novicios
de la risa fácil”- nos prodigó momentos para la sonrisa, la risa franca e incluso la carcajada. En Griñón también
aprendimos el humor. Por eso en este aperitivo de lo que será luego un plato fuerte en el banquete del Centenario, quisiera
ofrecer algunas anécdotas que nos hablen casi todas ellas- del Griñón amable y
divertido de los primeros tiempos. Puede que no sean las mejores, por lo que
invito a quien recuerde otras más jocosas o más ingeniosas
a que las escriba y las envíe a
este escribiente de las glorias y de las
desgracias de nuestro querido Griñón.
Vamos allá.
1. Vinos Casiano: Casi-vino
Sabido de todos los griñoneses es el excelente vino que elaboraba uno de los
más fieles trabajadores en la Casa de
Griñón: el H. Casiano. En su biografía leemos que “la elaboración del vino para
la casa y otras Comunidades era tan cuidada y acertada que estos caldos
lograron verdadera fama en la comarca. De ahí que si a veces aparecía una
botella disminuida en su potencialidad emotiva, se notaba inmediatamente, y
este pormenor motivó el día de los Inocentes el escrito siguiente:
EL VINO DE CASIANO ES CASI-VINO”. Inocentada que el buen H. Casiano supo
encajar dentro de la alegría y de las bromas de esta jornada de expansión que
se vivía en las navidades griñonesas.
2.
El “Paso de Nuestra Señora” o Reverendísimo rapapolvos
En
los primeros años de la fundación de la Casa, ajetreados como estaban los primeros hermanos en su
trabajo, ocurrió la siguiente anécdota. El
dos de febrero Febrero
de 1926 se bendijo por Mosen Paco y se inauguró el paso subterráneo que
se llama PASO DE NUESTRA SEÑORA. Este paso era el pequeño túnel que unía el patio del noviciado menor con la
salida de la casa, salvando el paso por la calle de la Inmaculada. Pero
cuando se empezó la construcción de los cobertizos que circundaban al patio y
se pidió permiso al Régimen (entonces en Lembecq), en el plano enviado al
efecto se vio… el túnel. Y al Régimen le extrañó la existencia del
Paso de Nª Sª del que no tenía conocimiento. Y así era, pues el H. Director se
había creído autorizado para hacer esta obra con un permiso verbal del R. H. Asistente, sin formalizar la
petición con los requisitos que empezaron a exigirse. No le libró su buena fe
de recibir el consiguiente rapapolvos: obligación de escribir al R.H. Superior
General para pedirle perdón y cumplimiento de la penitencia que el R. H. Allais-Charles
le mandó correo seguido con la absolución. Y menos mal que no le obligó a
deshacer lo hecho (Historial de la Casa,
p. 37).
3.
Los otros peligros del vino
El 2 de octubre de 1940 comienza la
vendimia con mucho entusiasmo. Está muy cara la uva: a 7 pesetas y pico la
arroba, y no se pueden permitir ni los
excesos ni los despilfarros. La vendimia se hará con cuidado de no
abandonar demasiados gajos en las cepas, ni siquiera los que, pegados a los
sarmientos, son difíciles de cortar. Pues bien, con la carga de uva
avariciosamente escogida, se llega a la bodega, se echa por el volquete y
comienza a exprimirse en las máquinas con
que cuenta la bodega del H. Casiano.
Pero he aquí que el día 3, durante la elaboración del vino, y cuando acaban de
llenarse, se rompen una tras otra, dos tinajas de 4.000 litros cada una. Se
llevaron buen susto los Hermanos que se ocupaban en esa faena. Estuvieron a
punto de ser heridos por los cascos y ser ahogados por el caudal del líquido.
Gracias a Dios no hubo que lamentar sino la pérdida de las tinajas, ya que se
recogió todo el mosto por ser el suelo de cemento y estar más bajo que el nivel
del sótano.
Claro
que el poder purificador del vino pudo más que
la suciedad del suelo; y la alegría de no haber sufrido percance alguno
se celebraría con el primer mosto… del que se guardarían un par de docenas de
botellas para “recordar” la efemérides… (Historial
de la Casa).
4. La matanza y los “cerdos
rebeldes”
En el campo de los trabajos manuales,
de la granja o de la huerta, los “tipos y
paisajes” daban para mucho.
Cientos de hermanos tienen sus anécdotas vividas a modo de “florecillas de Griñón”, repletas de gracia unas, de inocencia
otras, de humos quizás todas. El H.
Lucinio recuerda con precisión y buen
humor la siguiente. Su título es “La
Matanza”: “En la granja, en su máximo esplendor, llegó a haber más de cien
cerdos. Se vendían muchos de pequeños. Hacíamos 4 matanzas de 8 cerdos cada
una. Para sacrificarlos se sujetaba (al cerdo) con una tijera eléctrica, se le
ataba por una pata y se le colgaba con una grúa, y , acto seguido, se le
clavaba un cuchillo para que sangrara y con la sangre hacer morcillas. Una vez
se me soltó el enchufe de la corriente (luz) y el cerdo salió corriendo como
alma que lleva el diablo y hubo que llamar a la Guardia Civil para que lo
matara a tiros. Otra vez, que también se me soltó el enchufe, el cerdo saltó
por encima de la mesa de dos metros y medio de largo y se metió en la caldera de agua hirviendo.
¡Cómo iría el animal! Lo más chocante fue que una tercera vez, que sucedió lo
mismo con el enchufe, metió el cerdo
entre las patas al H. Valentín y boca abajo y agarrado al rabo, fue paseado por todo el recinto mientras todos
nos torcíamos de risa”. (Conclusión: ¿Y no cambiaron de cerdos o… de tijeras? (H. Lucinio Olmos, en Recordando mi vida, folios mecanografiados, p. 11).
5. De todo hay…
“Un accidente: El
H. Marceliano Félix, desde hace una temporada daba muestras de estar algo
trastornado de la cabeza. Andaba melancólico, preocupado, descuidaba sus
deberes, no podía dormir, no hablaba con nadie, andaba solo. Se le metió en la
cabeza que los Superiores con autoridad, ejercían influencia espiritual en su
alma, pero una influencia maléfica, que los Superiores eran causa de lo que él
padecía y que le hacían fuerza en su voluntad para
pecar, y que le querían hacer perder la vocación No podía estar ni en la capilla, ni en el
comedor ni sitio alguno donde estaban ellos. Un día manifestó al H. Director
que había pensado quitar la vida a los Directores. El día 23, estando rezando
la oración de la noche, durante el rezo de las letanías, salió de su sitio como
para salir fuera, al pasar junto al Director que estaba con los brazos en cruz,
le dio un puñetazo en el pecho. Preguntado después por el motivo de esa
agresión, contestó que una fuerza le
obligó a ello y que le hizo el menor daño posible. Se vio que se trataba de
un loco ya declarado y temible. Para impedir cualquier desmán, se le vigiló, y
después del día 31, se le llevó al Hospital Provincial de Madrid donde está en
observación. Tiene 26 años, es fuerte y era buen religioso; siempre fue raro,
Dios quiera que se cure pronto”. (Historial
de la Casa, 1934). Al año siguiente el cronista decía”. “El H. Marceliano
Félix estuvo unos seis meses del año anterior en Ciempozuelos por trastornos
mentales. Estaba en casa desde septiembre pero llevaba una temporada mal,
volviendo a las andadas. Amenazó dar muerte a todos los Directores de la casa”.
(Historial de la Casa, 1935)
6.
Matanza de escaparate
En la matanza de este año, 1924, hubo
magníficas piezas, entre ellas sobresalieron tres, los tres de la misma
lechigada, dos cerdas y un cerdo; las dos primeras pesaron 20 y 23 arrobas en
canal; el macho 27 ½ arrobas en canal. Mucha gente del pueblo desfiló ante el
bicho cuando estaba colgado de la morera. Todos comentaban las colosales
proporciones del animal; midió 2,40 m desde el hocico hasta la punta del rabo,
de alto tenía más de 1,20 m. Decía uno: algo darían en Madrid para poner en un escaparate; hasta
le darían una “indición” para que no se corrompiera y conservarla mucho tiempo
(Historial de la Casa, 1924).
7.
Las siete vacas flacas
El día 7 de abril de 1939, Sábado Santo, llegó
Martín (el mismo criado) con sus vacas, las trajeron en un gran camión en dos
viajes. Eran 7 vacas flacas. Eran nuestras vacas que también sufrieron
persecución e hicieron la guerra. Venían tan flacas, que algunas ya no se
tenían. Era todo un símbolo Eran las siete vacas flacas de los años del hambre
del Gobierno de Negrín. Ya vendrán ahora los años de abundancia. (Historial de la Casa, 1939)
TEÓDULO GARCÍA REGIDOR
Profesor del Centro Universitario La Salle
Director de Institución Lasalle, Madrid.
Cronista pro tempore del Centenario de Griñón
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