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46. Rodrigo con Delibes


   
1. EN QUE SE CUENTA LA PRIMERA SALIDA DE RODRIGO
 

Castillo de Villafuerte, Valladolid. 


Rodrigo, a sus 9 años, apenas había conocido a Delibes en vida. Recordaba vagamente que, cuando Pepa Fernández lo entrevistaba desde Radio Nacional, su padre subía el volumen de la radio. Quizá lo que recordaba es que su padre le había contado que subía el volumen de la radio cuando salía Delibes. El escritor murió en 2010, poco antes de cumplir Rodrigo 4 años. Ahora, en 2015, Rodrigo y su padre se querían recorrer los pueblos de la primera ruta de Delibes por la provincia de Valladolid. La primera de las seis rutas que existen sobre Delibes por la provincia de Valladolid. ¡6 rutas para 6 excursiones entre padre e hijo! Cada una de las rutas se basa en un libro del escritor y transcurre por los pueblos que nombra Delibes en ese libro en concreto.

Esta primera ruta surge a partir de un libro del escritor que lleva por título "Las perdices del domingo". En 1981 se colocaban en las estanterías de las librerías de toda España los ejemplares de la primera edición. Ahora, en 2015, el padre de Rodrigo le contaba al niño que este era un libro autobiográfico, es decir, escrito a partir de las experiencias del propio novelista. Delibes había salido de caza durante tres años y medio (del 74 al 78) y había ido anotando lo sucedido en el campo para, después, transformar esos pocos datos en un diario de caza, "Las perdices del domingo".
 Al libro le pasa como al Quijote -le contaba a Rodrigo su padre- que se puede leer entero o algunos capítulos. "Las perdices del domingo" es un diario de caza. Un día sale Delibes de Valladolid a cazar al coto tal y se tira toda la mañana pateándose los montes de la provincia y alrededores y después nos cuenta lo que ha cazado. Y otro día lo mismo y otro día lo mismo. Y así hasta que se acaba el libro.
 A un niño de nueve años no se le puede meter mucha tralla literaria, así que padre e hijo cogieron el folleto que ha publicado la Diputación de Valladolid sobre esta primera ruta y se dedicaron a comentar qué hacer: Villafuerte, Villanubla, Villanueva de Duero, Tordesillas y Olmedo son los cinco pueblos (todos siempre de Valladolid) que recorre la ruta. Rodrigo y su padre, que andaban de vacaciones en Castrillo Tejeriego (a 5 km de Villafuerte), lo tenían fácil y cerca.  

El padre pensó en lo que de estos pueblos le podría interesar a Rodrigo. De Villafuerte el castillo y el mirador del Valle del Esgueva, de Villanubla el aeropuerto y de Tordesillas el Duero. Para otra excursión con otra gente se quedaría el casco histórico de Tordesillas o los palacios de Olmedo y su muralla. Con Rodrigo, recorrer Villafuerte y Villanubla era suficiente para una mañana de julio. 




Antes de salir de Castrillo Tejeriego hacia Villafuerte el padre de Rodrigo le explicó que esto de las Rutas de Delibes es algo nuevo. Que las seis rutas se presentaron entre 2013 y 2014 en lugares tan emblemáticos como el monasterio de La Santa Espina (donde todavía quedan algunos hermanos de La Salle), los castillos de Fuensaldaña y Villafuerte, las ferias de turismo INTUR y FITUR o el Palacio de Pimentel, en la misma estancia en donde nació Felipe II.





Casa del vecino de Villafuerte Daniel el Mochuelo.
El padre le explicó a Rodrigo que cada ruta se basa en un libro de Delibes, que cada una tiene su folleto en papel y mucha otra información en la web de la Diputación de Valladolid (www.provinciadevalladolid.com) y que los autores de las rutas habían incluido una planta y un ave de los que nombra Delibes para cada pueblo de las rutas. A Rodrigo le interesaba saber qué pájaro y qué planta se podía encontrar en Villafuerte y Villanubla y el padre le explicó que para Villafuerte los escogidos eran la garza y la ortiga y para Villanubla la calandria y la malva.
 De camino a Villafuerte su padre le contó que además de plantas y aves, los autores de las rutas ofrecían en cada pueblo una palabra del lenguaje rural castellano que emplea Delibes y que nombra la gente del pueblo en cuestión. Y que muchas veces se puede ver el objeto que nombra esa palabra.
La palabra rural que han escogido los autores de las rutas para Villafuerte de Esgueva es la trasera. ¿Cuántas no hay en los pueblos de Castilla? En Villafuerte, menos de 40 seguro que no.
Lo primero que vio Rodrigo al llegar al pueblo fueron ortigas alrededor del castillo, que está en lo más alto del pueblo. Rodrigo estaba empezando a empaparse del universo de Delibes. ¡Ya había visto la planta que dan para Villafuerte las Rutas de Delibes!
 Y padre e hijo se pusieron a pasear por el pueblo. Habían dejado atrás el castillo, medieval, recién restaurado, visitable. Ahora caminaban hacia la plaza. A su derecha quedaba la que fue cantina de la señora Elisea, que daba de comer cocido a Delibes y su cuadrilla cuando venían de caza.
Surgieron enseguida las primeras traseras, esas puertas grandonas que sirven de entrada al corral. Las vieron de madera barnizada, de madera desgastada y casi gris, de hierro… cerradas, olvidadas, en buen uso.
Pasada la plaza, el padre de Rodrigo se encontró con el señor Marceliano, que había ojeado perdices a Delibes allá por los años 50. Marceliano, en silla de ruedas, le dio unos caramelos al chico mientras le decía a su padre que ellos también comían con la cuadrilla de Delibes el mismo cocido en la cantina de la señora Elisea.

Calle abajo apareció la mejor de las traseras de Villafuerte, la de Daniel el Mochuelo. Daniel, que ya murió hace mucho, fue un agricultor de Villafuerte del que Delibes tomó el nombre para dárselo al protagonista de El camino. Son estas historias que casi nadie sabe y que hacían pensar a Rodrigo que su padre lo sabía todo de todo, que no había otro padre como él. Ni siquiera le podía alcanzar, ¡qué va!, el padre de su amigo Miguel.
Desde el  mirador del Valle del Esgueva, padre e hijo miraron al horizonte, donde comienza el páramo. “Todo eso que ves y lo que no ves –le dijo a su hijo- es tanto tuyo como mío”, lo que equivalía a indicarle que ninguna de aquellas tierras eran suyas. Pero antes de que Rodrigo le preguntase qué quería decir con eso, el padre se lanzó a contarle cómo y dónde cazaba Delibes en Villafuerte. Que los chicos (Marceliano entre ellos) se subían al páramo y caminaban hacia el bocacerral (donde estaban el escritor y su cuadrilla). De esa manera les espantaban las perdices hacia donde estaban apostados.
De Villafuerte a Villanubla se tardaba más de media hora en coche y… se les había hecho ya tarde. Era preferible bajar a comer a Castrillo y que antes de comer Rodrigo se fuese a jugar con los gemelos y el nieto del dueño del bar y la nieta de Eliseo. A fin de cuentas, las rutas son para disfrutarlas, cogiéndolas por la parte o por el todo.
 Para la siguiente ruta, basada el Diario de un cazador, padre e hijo tenían pensado recorrer Quintanilla de Onésimo. Dentro de unos días, en una mañana cualquiera, se pondrían en marcha.
 
                                                                                                                 JORGE URDIALES YUSTE
                                                                                                                Doctor en periodismo. Profesor
                                                                                                                 Especialista en Miguel Delibes

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