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46. Lo sagrado a la vista


 
¿DUENDE? ¿ALMA?: ¡MISTERIO EN TODO!



1. EN LA ENTRAÑA DE TODA REALIDAD, LO SAGRADO
 

Agua. Tales de Mileto.
No hay que confundir el concepto con la realidad a la que el concepto apunta. 

En toda realidad se da una corteza y un alma de harina blanca de trigo candeal, es decir, una periferia de las cosas, una costra,  por una parte, y, por otra,  una entraña que es el alma de su ser lo que es; los filósofos dirían que es su esencia. 
Pues, bien, si la costra de las cosas está cargada de sagrada electricidad que salta chispas cuando la rozamos de determinada manera, en su interior y entraña habita una alta tensión que es la dimensión sagrada que mantiene en pie toda su realidad, le da sentido y explica su misterio.
 
Fuego. Heráclito.
Alcanzar la entraña de las realidades es tocar su condición sagrada

Los poetas tienen ojos, si de veras son poetas, para ver esa entraña; los místicos saltan al “centro del alma” (es su expresión propia) de las cosas; y los tocados por el ala del misterio la adivinan, sueñan y viven. 
Teólogos y filósofos han perdido noches y días buscando pruebas de la existencia de Dios. No acertaban con la que tenían bien a mano: la sacralidad de toda realidad. Les hubiera bastado verla. 

Puesto que las cosas tienen una entraña sagrada, Dios existe.
 

Aire. Anaxímenes.

Los ojos del poeta rasgan aquí un cielo negro que se descarga en torrentera de luz sobre un mundo cubierto por densa calina, nos muestran una invasión de luz que hará luminosa la noche oscura de una tierra al parecer abandonada a sí misma, a su prosa, a su periferia y a su mera corteza.
Lo adelantaba Platón en su Fedro: La belleza, lo sagrado puede ser visto.


No le pedimos ni al poeta ni al místico ni al tocado por el ala del misterio que añada, que adorne, que idealice, que deforme, sino que a partir de lo existente nos dé la entraña de la realidad, su condición sagrada.
Tierra. Jenófanes.
Trataremos aquí de mostrar en lo sensible a mano: el agua, la luz, la tierra, el viento, el fuego, el silencio… el misterio del ser. Que el lector, iniciado el camino, siga adelante con objetos más complejos.

La vida es hermosa. El gran arte es la epifanía de lo sagrado en que se apoya toda realidad para ser lo que realmente es. 
       
 

Ramiro Duque de Aza
Maestro. Profesor de Teoría del conocimiento









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